Cuentos antiguos que revelan el origen del mundo, los dioses y el destino de los hombres.
En el centro del cosmos se alza Yggdrasil, el fresno eterno. Sus raíces y ramas sostienen los nueve mundos: Asgard de los Æsir, Vanaheim de los Vanir, Midgard de los hombres, y más allá, los reinos de gigantes, elfos, enanos y muertos. Cada día, los dioses viajan por sus caminos y las nornas riegan sus raíces con las aguas del destino. Yggdrasil une todo lo que fue, es y será.
En las raíces de Yggdrasil fluye el pozo de Mímir, guardián de la sabiduría. Odín, deseoso de conocer los secretos del universo, acudió a Mímir y pidió beber de sus aguas. Mímir le exigió un precio: su ojo. Odín lo arrojó al pozo y, al beber, comprendió los misterios del tiempo y el destino. Desde entonces, su mirada lo abarca todo: el pasado, el presente y el futuro.
La diosa Freyja deseaba el collar más hermoso del mundo, Brísingamen, forjado por cuatro enanos. Para conseguirlo, pasó cuatro noches con ellos, una por cada artesano. Cuando Odín se enteró, envió a Loki a robarlo. Loki se transformó en mosca y lo sustrajo mientras la diosa dormía, pero Freyja lo recuperó al prometerle a Odín iniciar guerras entre hombres para complacer su deseo de almas caídas.
La giganta Skadi bajó de las montañas para vengar la muerte de su padre, el gigante Thjazi. Los dioses ofrecieron compensación: que eligiera esposo entre ellos, pero solo mirando sus pies. Skadi eligió los más bellos, pensando que eran de Baldur, pero eran de Njörðr, dios del mar. Vivieron separados: ella amaba las montañas, él el mar. Su historia enseña que incluso los dioses no pueden cambiar su naturaleza.
Baldr, el más amado de los dioses, soñó con su muerte. Su madre Frigg pidió a todas las cosas del mundo que no le hicieran daño, pero olvidó al humilde muérdago. Loki, envidioso, fabricó una flecha con él y engañó al ciego Höðr para que la lanzara. Baldr cayó, y el llanto cubrió los nueve mundos. Desde entonces, el muérdago es símbolo de reconciliación: de la planta que trajo muerte, brota ahora el beso que trae paz.
Tras provocar la muerte de Baldr, Loki huyó y se ocultó bajo una cascada transformado en salmón. Los dioses lo capturaron y lo ataron con las entrañas de su hijo, mientras una serpiente dejaba caer veneno sobre su rostro. Su esposa, Sigyn, permanece a su lado sosteniendo un cuenco para recoger las gotas, pero cuando lo vacía, el veneno toca a Loki y su cuerpo tiembla, causando los terremotos del mundo.
Cuando el fuego y el hielo se encuentren, y los dioses caigan en la última batalla, el mundo se sumergirá en el océano. Pero de las aguas emergerá una nueva tierra, verde y fértil. Los hijos de los dioses y dos humanos, Líf y Lífthrasir, repoblarán la tierra, y sobre ellos brillará un nuevo sol, hija de la anterior. Así, el ciclo continúa: la muerte da paso a la vida.